¿Dónde terminan mis espacios y comienzan los tuyos?

Nadie es dueño de nadie más allá de si mismo.

La recamará de mi hijo suele ser un desastre desde que es un niño, la única diferencia es que antes había que cuidarse de carritos y luchadores de plástico esparcidos por todo el piso, y ahora que es un adolescente las montañas de ropa sucia, libros escolares y papeles pueden llegar a bloquearte literalmente el paso.

Así que un día tome el mejor y único camino que me quedaba, cerrar esa puerta, y pasar lo menos posible por ahí, le devolví a mi hijo la libertad de vivir en ese, que era su mundo y su intimidad, entre el desastre, la basura, e incluso los olores que él eligiera, y de paso me devolví a mí misma la paz y la armonía que había perdido mientras intentaba cambiarlo.

Sin embargo, las reglas están bien establecidas respecto al respeto que todos debemos tener en cuanto a los espacios comunes, la cocina de la casa, la sala, el comedor etc.

Esté ejemplo, me ha sido de inmensa ayuda cuando trato de explicar a las parejas acerca de la importancia de discernir cuando se trata de mis espacios, los tuyos o los nuestros.

Desarrollo: Inevitablemente habrá conflictos, sí uno de los dos rebasa la delgada línea que separa “Mí espacio del tuyo” ya sea por medio del control, la manipulación, la intromisión o cualquier otra forma de invasión a territorio ajeno.

El conflicto no siempre se desencadena desde que aparecen los primeros síntomas de la invasión, e incluso pueden llegar a confundirse como gestos de amor y cuidado por parte de la pareja, frases constantes como “No vayas aquí o allá, con tal o cual persona, a tal o cual hora, pues me preocuparé por tí” “Haz o no hagas determinada cosa” pueden ser uno de muchos otros rasgos de que estas perdiendo el control y sobre todo el respeto por tu propio espacio personal.

Mis derechos terminan donde comienzan los tuyos, y por supuesto los tuyos terminan, donde comienzan los míos, pero… ¿Cómo saberlo? La respuesta puede ser tan fácil o tan complicada como tú lo elijas, pues retomando el ejemplo antes mencionado acerca de mi hijo y su recamara, yo te invitaría a hacerte estas tres sencillas preguntas ante cualquier tema que no sepas si es debido abordar con tu pareja y sobre todo de qué manera.

¿Se trata de su recamará? Si la respuesta es sí, entonces debo decirte que ese es su espacio y tú no debes interferir en lo que pasa ahí dentro, a menos que él o ella te pidan alguna opinión, pero ¿Qué pasa si se trata de La cocina de la relación? Es decir, el tema te involucra y te afecta directa o indirectamente, en este caso su derecho y el tuyo son igual de válidos, y será necesario enfrentarlo y buscar entre los dos un nuevo acuerdo que los deje lo más satisfechos posible a ambos.

Pero si se trata de tu recamará, es decir tu espacio y tus asuntos personales, la respuesta es “Nadie puede interferir” sea quien sea, a menos que tú lo permitas o lo pidas.

En este tipo de casos, mi pareja puede o no estar de acuerdo con mis decisiones e intereses, pero si la única afectación real para él o ella es que no se siente “Obedecido(a)” es esa persona quien tiene un problema, o mejor dicho dos, enojarse y contentarse sola.

Pues jamás debiéramos confundir el rol de pareja, con el de madre e hijo o padre e hija, de ser así estaremos en graves en problemas.

Recordemos que antes de unirnos a esa persona, él o ella al igual que tú, ya tenían una historia personal, que incluye familia, amigos, actividades e intereses, en los cuales, te agraden o no, tú has llegado a integrarte y respetarlo será la única opción sana que te convendría elegir.

Buena suerte con ese discernimiento ¡Hasta la próxima!

ANA ELAINE GARCÍA GOLLAZ
Entrenadora personal y de pareja.
Autora del libro “Todo lo que te sucede tiene nombre y apellido”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *